"Podría contar mi vida uniendo casualidades."
Los amantes del Círculo Polar
Trepa el humo de la chimenea
por un cielo vespertino.
Asciende hasta la estratosfera
donde se esconden los azares.
Alcanzar lo inalcanzable
mientras el frío se adormece y
avivamos la lumbre repentina.
En la confusión: centelleamos.
Existimos a medio camino.
Somos el sello en la postal que viaja
entre el ojalá y el quizá,
nómadas por los rumbos del cosmos.
Las manos abiertas son las rejas
del placer que pía en su jaula.
Y somos como una nota musical
en el pausado canto del colibrí.
Estabas al otro lado del lago:
te vi y me dio un vuelco la vida.
Cuando nadé hasta tus ojos marinos
me quité todo lo inerte e incoloro.
Magnetizados en la penumbra,
somos parte de la historia,
del presente que tirita. Somos
un vínculo terriblemente rojo...
Nos besamos y nuestros labios
son tan sólo pliegues de papel,
volando muy alto en un horizonte
lleno de nubes y huecos de almohada.
...Y me dio un vuelco la vida...
Tu tempestad, contra mis rocas.
G. S.
Gracias a los poetas como tú, que llenan esos vacíos de lo incomprensible y lo inalcanzable.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Te felicito por tu poema, es precioso.Besicos
ResponderEliminarNo es difícil, cerrar los ojos, y dar vida a esas bellas imágenes.
ResponderEliminarUn abrazo.
¿Pueden las palabras cambiar el giro a los planetas?
ResponderEliminar¿Puede el destino dar un vuelco a la vida?
No, ambos están escritos y prevalecen.
Acabarás erosionada
ResponderEliminarGrande Medem
Menos mal hay rocas para detener la tempestad.
ResponderEliminarUn abrazo.
saludos gemaestrada
ResponderEliminarEs precioso, Gema. Sublime!!
ResponderEliminarMil besitos, preciosa.