viernes, 6 de marzo de 2015

Tregua nevada

El yo
se arraigaba en el vendaval, 
encaramado a la rama rota,
contemplando 

la metralla del crepúsculo:  
hiriente la luz del vacío, 
ese que ensalza la palabra 
y desnuda las bocas del mundo.  

El yo
leía los silencios 
en voz alta, 
mientras la nieve cubría 
las montañas del recuerdo 
borracho. Trasnochado.   
En la cumbre se oía 
un leve murmullo ahogado, 
una tregua floreciendo.   
Y el crujir de cuerpos helados...

G. S. 



Caspar David Friedrich
                         

11 comentarios:

  1. supongo que crecería algo ante tanta desolación

    ResponderEliminar
  2. Ruido de muerte ese crujir, evitémoslo, pues aunque natural es destructivo.

    Besos.

    ResponderEliminar
  3. Aunque también en la cumbre quedaba el silencio llorando...
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. ¡Qué desolación! Todo el sentimiento congelado bajo tanta nieve. ¡Ahora que despunta la primavera!
    Un saludo, Gema.

    ResponderEliminar
  5. Son lapsos como morires y renaceres desde lo recóndito del ser.
    Besos.

    ResponderEliminar
  6. Quizá el crujido es un renacer...

    ResponderEliminar
  7. Genial, Gema, no sé qué más puedo decir. Me ha encantado. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Leer los silencios no es tarea fácil,hay que practicar mucho.Y más si es en voz alta...
    Eso y "la metralla del crepúsculo", me han parecido geniales,como todo el poema.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  9. Una emoción glaciar que se estaciona, se adhiere, se pega a la piel, a los espacios... Pasará y traerá una tímida primavera.
    Un poema maravillosamente llevado, preciosa cada metáfora.

    Mil besitos, Gema.

    ResponderEliminar
  10. El yo... la incognita de siempre...
    ¿Quien tiene la verdad?...
    Mi complemento me la hará descubrir...

    B y A Gema...

    ResponderEliminar