martes, 6 de enero de 2015

Prólogo: la aventura de (con)versar con uno mismo.

"Acompasado, parpadea sin titubear pacientemente. Con su espigada figura, de pie, me espera. 
Conoce bien la suavidad de mis yemas y la melodía de las teclas: escribo, borro, rectifico, rehago.. Se encarga de dar a luz mis palabras sin rechistar. ¿Qué opinas cursor sobre lo que calladamente expulsas en tu deambular? ¿Qué sientes al parir mis pensamientos sobre este paisaje nevado? Esclavo de mi humilde mecanografía, cómplice de mis escritos... Línea firme que vela por cada letra, cada coma, cada punto. Si confías, avanzaremos. Si te quedas, escribiremos."

Cuando me siento a leer o a escribir se produce el milagro: comienza la aventura y me pregunto ¿A dónde me llevará en esta ocasión el viaje? Siempre me ha fascinado la idea de plasmar por escrito los esbozos y recovecos de mi imaginación. Admiro profundamente a quienes tienen la capacidad y el valor de llevarlo a cabo...Inspirarse, escribir, desechar la idea... El ciclo de la creación: vida y muerte de un renglón. ¡Qué hercúlea tarea!

He coqueteado con la poesía durante hace ya algunos años. Se podría decir que he perseverado en este arte, el cual me ha servido como vía de escape cuando necesitaba expresar lo inexpresable. "Escribir poesía abre (las) puertas que conducen hacia la senda de la libertad. La poesía me emancipa del mundo y de mi misma. Escribir me deja ser: quien soy, pero también quien no soy." La lírica ha sido la armadura perfecta para combatir las sombras proyectadas por mis monstruos. Me he enfrentado a ellos; he luchado; he vencido o perdido; pero, sobre todo he sentido escribiendo. Sentir, eso es lo que nos hace querer inhalar bocanadas de aire fresco, encontrarle sentido incluso a los días más oscuros. 

Mis escritos previos - en su mayoría intimistas, casi nadie los ha leído. Son mi secreto y mi enigma. Tal vez no me he sentido lo suficientemente satisfecha con el resultado - "Todo se puede mejorar", suelo pensar para mis adentros. Desconozco qué es lo que voy a escribir en este espacio, mucho me temo que como si fuera una saxofonista en un concierto de jazz, improvisaré en pos de la búsqueda de nuevas puertas. Firmemente, me propongo ordenar el desorden de ideas que habita en mi cabeza, aprender a bailar con el cursor de mi pantalla y que el coqueteo poético se transforme en un florecimiento prolífico, cuidado y palpitante. Y me pregunto cual será el camino que trazará mi pluma en esta nada que nos envuelve y atrapa. Lo descubriré saboreando cada palabra, fundiéndola en la pira de mi paladar. 

G. S.  



  


  




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