martes, 27 de enero de 2015

A un vecino de la otra escalera

Cliffs by Gustave Courbet


Me viste crecer, pero
         reconozco que olvidé tu nombre.
Por casualidad, nos encontrábamos
en el portal - a veces me
sujetabas la puerta y
cortésmente me dejabas pasar.

Otras veces cuando te veía
[oscurecido por un halo de melopea...
dando tumbos en zigzag]
aceleraba mi paso - no
siempre tenía para ti un 'buenos días'
en el abismo de mis labios.
Me han contado que
           los tuyos ya han enmudecido.

Fuiste un conocido desconocido,
y yo fui un par de instantes, ya olvidados.
Tu rostro nebuloso se esfuma
como calima... Tus opacas gafas de pasta,
no me dejaron descifrar el color de
tus ojos - ni atisbar tu mirada beoda.

Y aquí, en esta página fronteriza
nos volvemos a cruzar...
Déjame que te sujete la puerta,
           y te de los buenos días,
                    ahora que nunca volveremos a tropezar.

G. S.

4 comentarios:

  1. Doloroso poema, más de uno hemos acelerado el paso...
    Con tu permiso me quedo, me gusta lo que escribes.
    Gracias por pasarte por mi blog, tanto si vienes sola o de la mano de alguien.
    Feliz semana, amiga.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siempre que la muerte pasa cerca de nosotros rozándonos con su turbadora sotana, nos cuestionamos las cosas de otra forma... Y vemos lo que no sabíamos apreciar, cualesquiera que sean las circunstancias, siempre queda un regusto a fatalidad y fugacidad.

      Eliminar
  2. Es tan deliciosamente sórdido....
    Pagaría por ser ese borracho olvidado...

    ResponderEliminar